Nosotros también tenemos nuestra particular vuelta al cole faltaría más, ya teniamos ganas de respirar aire con aroma a Tramuntana. El pasado domingo, el núcleo, la señorita Yosiane y las siempre bienvenidas Sara y la pequeña ayudanta de Santa Claus disfrutamos de los senderos que transcurren por los terrenos de Miramar. Terrenos donde hay infinidad de senderos y miradores que L'archiduc mandó construir y que ahora nosotros disfrutamos.
Empezamos desde el hotel Miramar, tomando el camino que hay justo a la izquierda, bordeando la finca. Al minuto de andar puedes comprobar desde el primer mirador la Foradada, y para los que tienen vértigo el experimentar una sensación de hormigueo en las piernas... desde este, se puede ver ya a lo lejos la capilla medio derruida de Ramon Lull. Pasados unos 10 o 15 minutos nos topamos en el merendero que precede a esta a un grupo de Petra y Sant Joan de unas 20 personas, y con el que fuimos coincidiendo durante toda la ruta, desde el párking que al llegar nosotros ellos se perdían en el bosque, hasta sorprendentemente en el tradicional café post-excursión en Valldemossa.
Como siempre estuvimos atentos a todos los lugares para hacer noche en una posible travesía, cosa que vamos a intentar hacer cada luna llena del mes.
Como siempre estuvimos atentos a todos los lugares para hacer noche en una posible travesía, cosa que vamos a intentar hacer cada luna llena del mes.
Durante varios tramos del camino nos resulto un poco difícil averiguar por donde seguir las fitas ya que muchas de ellas estaban destruidas, por lo que a veces nos encontramos por caminos de cabras o demasiado cerca del desfiladero. Finalmente llegamos al camino que lleva al Caló de S' Estaca, un pequeño pueblecito formado por unas 10 casitas todas con sus terracitas y porches y que aunque semejaban pequeñas parecían aprovechar muy bien todo el espacio. Realmente es un lugar con mucho encanto, parece sacado de un cuento y que sus lugareños prefieren mantener lo más posible en el anonimato.
A destacar en la subida el increible amor de la pequeña ayudanta de Santa Claus por un trozo de palo que le tiramos nada más empezar a andar y que un poco más y se lo trae para casa...
PD: No cuelgo las fotos de la Cartuja de Valldemossa porque son muy buenas y me las quedo para mí.
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